Camino de la Alfaguara, bromeaba con mi hermano, sin realmente pensar que pudiera ser cierto:

"Mira que si cuando lleguemos a la explanada está tan lleno de gente que aquello parezca una playa en vez de monte.... "

Pero no me equivoqué en nada, era una playa, de las de mediados de agosto, hasta el copetín de gente pero sin olas, sin agua, y encima caótica, probablemente porque los que fueron llegando primeros no pensaron en que llegaríamos otros después, y allí estaba la gente tirada en la explanada, justo al borde de la carretera, mezclada con los coches, de tal modo que meter un coche más allí era complicado, sin pillarle la oreja a alguien, amén de hacerles polvo la vista con los faros de los coches (imprescindibles tener encendidos para aparcar en medio del monte) a los allí tumbados, de tal modo que luego necesitaran un buen rato para reacostumbrarse a la oscuridad y poder ver estrellas.

Y como buenos antiplayistas, nos fuimos un poco monte arriba, para no estar en todo el mogollón, aunque tampoco había demasiado monte que subir. Y en el suelo nos pusimos con los esterillos de camping, la parca, la manta ... a mirar estrellas, por si caía alguna. Si caía alguna era fácil reconocer de los 7 u 8 que estábamos quién la había visto y quién no:

"Tooooooomaaaaaaaaa........" decían los que sí la veían....
"Mieeeeeeeerdaaaaa........" decían los que nó....

Y así unas 20 ó 30 veces desde las 22.00 hasta las 2.00, algunas pequeñitas, de las que se pueden ver en cualquier noche que no sea de Perseidas, pero otras realmente espectaculares que yo, por lo menos, no había visto en la vida. Por mi parte, después de cada estrella que conseguía ver, un mismo y repetido deseo: "qué caigan más".

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