Rutillas - De Adra a Turón
24 de Agosto, 2003 21:35
No hace mucho unos amigos me comentaron que iban a ir a un festival de música tradicional alpujarreña que se celebraba en Turón el pasado día 10 de Agosto por si me apuntaba a pasarme por allí. Como ignorante empedernido habitual no tenía ni idea de qué consistía eso de la música tradicional alpujarreña así que me pareció interesante la idea y pa’llá que me fui.
Vehículos
El primer problema fue el tema de los vehículos. Mi madre estaba fuera (con lo cual no podía coger su coche), mi padre también (otro coche menos), mi hermano se fué a la playa (otro menos) y la moto también de mi hermano, que es la que normalmente me queda disponible, tenía jodido el freno trasero, la cual no la hacía muy recomendable para un “no experto de las motos” como yo y menos por carreteras de 100.000 curvas y media. ¿Autobuses hasta Turón? Cuando pregunté en información me preguntaron “¿ese pueblo dónde está?” y cuando les hablé de pueblos cercanos solo tenía la posibilidad de llegar hasta Adra, en la costa Almeriense.
Bien, no hay problema, miré los mapas y desde Adra hasta Turón parecía haber unos 30 km. y solo 15 de ellos de cuesta arriba. Así que el sábado por la tarde metí la bici en el bus y camino hacía Adra to’recto, con la idea de pasar la noche en un camping y salir temprano para Turón al día siguiente.
El viaje
El viaje no demasiado largo aunque sí hubo algunas retenciones en la carretera de la costa por la gran cantidad de vehículos que por ella transitaban por ser verano, fin de semana, vacaciones, y todo el mundo quiere ir la playa, añadido al hecho de que al ser un autobús de ruta paraba en todos los pueblecitos que pillaba por su camino. Pero por otro lado las vistas desde la serpenteante carretera costera hacia el mar eran increíbles.
¡No hay sitio en el camping!
Hora 10:00 de la noche: el dueño del camping me dice que está lleno, bueno, no, mejor dicho, a reventar. Afortunadamente era un buen hombre y viendo que no tenía muchas opciones a dónde ir me dio la posibilidad de pasearme por el camping por si veía algún hueco en el que poder instalarme. Y encontré dos sitios, uno era el parque infantil, entre los columpios (no pudo ser porque estaba cerrado con candado y el que tenía la llave no venía hasta las 9’00 de la mañana del día siguiente) y otro el parking de caravanas, un sitio no muy acogedor en un principio, pero que al compararlo con el resto del camping, atestado de gente por tos laos, parecía un oasis de tranquilidad, eso sí, lleno de caravanas y con suelo de tierra seca y matojos. (El resto del camping tampoco era muy diferente, en Almería ya se sabe, tierra seca aunque no tenga matojos).
Helios, ¡despiértame!
Al día siguiente, Helios, el díos del sol, saca su astro a eso de las 7’00 de la mañana y me despierta. A él le tengo que agradecer que saliera con la bici tan temprano, y no una hora más tarde como tenía previsto, con lo cual el calor hubiera sido aún peor. Colacao por supuesto, el alimento de los campeones (y de los que no lo somos también), y una Maritoñi, que no es que esté muy rica pero cómoda de llevar y de comer sí que lo es.
GPS en mano, bici sobre las posaderas y en ruta pa’lante otra vez. Afortunadamente el fresquito mañanero acompañaba (aunque no creo que hubiera menos de 23 grados) pero según enfilaba la cuesta que yo suponía de 15 km el sudor no perdonaba y agua bebí como un carretero. Incluso ese agua costera que cogí en el camping, tan dulce e infinitamente insípida, calentita según avanzaba el día, me parecía el más rico de los refrescos que nunca hubiera probado. Es la magia de la sed, porque ya dicen, que “a buen hambre no hay pan duro” ; )
¿15 km de cuestas?
Pero después de 15 km de cuesta siguieron otros 15 km de cuesta (entre el 4 y el 7.5% de pendiente para los entendidos) y aunque pudiéramos pensar “bueno, tampoco está tan mal” el problema era que los 30 km calculados tampoco eran 30 km, sino casi 45, y los 15 últimos km también de cuesta. Afortunadamente por alguna extraña razón no estoy demasiado mal de forma y los soporté, pero dioses míos, ¡¡que cansancio!!
El camino de los matojos almerienses
Y el camino pues a saber, lindos áridos paisajes en los que el matojo almeriense se seca, con zonas de intenso invernadero a derecha, izquierda, delante y/o detrás. Un pueblecito en el camino, Berja, destaca por tener agua corriendo por todos sitios, sus cultivos y una densa arboleda a ambos lados de la carretera que siempre se agradece, aunque sin embargo, “¡¡era cuesta arriba!!” Más adelante, el pantano de Benínar también ofrecía un agradable paisaje, de agua y arboledas entre el desierto.
Carretera de contra contra curvas
La carretera estrecha como ella misma, con zonas de curvas, contra curvas y contra contra curvas. Zonas en las que tenía que parar la bici para que los autobuses que subían con gente para los conciertos pudieran adelantarme, y miles de vehículos que subían hacia dónde yo iba pero que no estaban pasando tanta sed. Peor para ellos, seguro que no les gustaba el agua de Adra calentita.
Cuestas abajo ahora no, gracias; mejor luego
Quizás protesto un poco por el tema de las cuestas arriba, pero tengo que reconocer que cada vez que me encontraba una cuesta abajo, me daban 2 ataques. Toda cuesta arriba que en el camino de ida, temprano, fresquito, tuviera que subir, sería una cuesta abajo que en el camino de vuelta, a las 5’00 de la tarde, calentito, tendría que bajar. Y viceversa, que es el problema de las cuestas abajo en el camino de ida. Afortunadamente de estas, no hubo demasiadas.
Los conciertos
¿Los conciertos de música tradicional alpujarreña? Un poco de todo, grupos de niños y mayores que cantaban y bailaban como los ángeles, notándose que habían tenido tiempo para ensayar, y otros que no parecían haber tenido mucho de este tiempo y con voces desafinadas y pasos dudosos. En general interesante, por lo menos algo más de culturilla tengo ahora, y puedo decir que “más o menos sé” en que consiste este tipo de música y danzas. Y los trajes tradicionales muy guapetones, solo que quizás demasiado calientitos para esta época del año.
Turón, pueblo de fachadas encaladas
Turón alucinante. Pueblo alpujarreño, de calles estrechas, cuestecillas por todos sitios, fachadas encaladas (oh!, casi había olvidado que la pintura blanca industrial se puede sustituir por un producto bastante más natural y bello), tejas de toda la vida, puertas de madera de verdad (no aglomerado ni chapa), depósitos de agua sobre los tejados para combatir los cortes de agua que en nuestras ciudades no sabemos lo que son, almendros, chumberas, higueras, e incluso algún que otro huertecillo con pimientos, tomates, habas, ... No decir tiene que mientras esperaba a los amigos con los que había quedado (ellos llegaron más tarde porque venían en coche ; ) estuve recorriendo todos los lugares del pueblo haciendo fotos cual japonés que no soy, olvidando que hacía un calor de narices y que el sol me estaba pegando a lo bestia.
¡Tú eres el de la bici!
Mientras por Turón más de una buena señora y de un buen señor, que dicho sea de paso, son siempre los más simpáticos, me miraron extrañados, medio exclamando medio preguntando, y me dijerón: ¡¿tu eres el de la bici?! Eran algunos de los que habían subido desde otros pueblos en autobús y me habían adelantado por el camino. Tal vez les llamó la atención el haberme visto en la bici subiendo esas simpáticas cuestecillas y se quedaron con mi cara. Siempre se agradece ; )
Los productos del lugar
Los productos del lugar, los más ricos que he probado nunca. Volvemos a que cuando hay hambre... Espero que el dueño no el importe que estuviera cogiendo unas cuantas almendras de sus almendros, las machacara con una de las piedras de su propiedad y me las zampara. Dicen que los frutos secos son muy buenos cuando haces deporte. Higos no cogí porque no me gustan (aunque los miré con un hambre que poco faltó) pero chumbos, si, esos que tienen pinchos por fuera y parece que no se comen, si que me comí unos cuantos (ojo, que se pelan y se le quitan los pinchos, me vaya a leer algún niño de esos que saben la fruta se compra en bandejas en el supermercado (al igual que el pollo) y piense que soy un salvaje).
La zona de comunicaciones está entre la fuente y el cementerio
Y agua del lugar, la más rica que he probado en mi vida, de un grifo de esos que pone “No potable” de una fuente en las afueras, al lado del cementerio, que dicho sea de paso era mi zona de comunicaciones, pues era el único lugar del pueblo (entre la fuente y el cementerio) dónde mi móvil tenía cobertura para ver por dónde andaba la gente con la que había quedado. Me lo dijo un lugareño cuando le pregunté si es que en el pueblo no había cobertura: “tu móvil, por ser de la compañía tal, solo tiene cobertura entre la fuente y el cementerio, en el montículo”. Creí que me estaba tomando el pelo, pero era verdad.
Mis amigos y un buen vaso de gazpacho
A mis amigos casi no tuve tiempo de verlos; llegaron casi a las 3’00 y yo a las 5’00 ya tenía que irme, pero pasamos una comida y un café muy agradables, y de paso conocí a unos cuantos amigos de mis amigos, cosa que siempre es interesante. La comida, a la que estaba invitado sin saberlo, casi no pude disfrutarla (aunque sí la compañía ; ) porque como ya me había hartado de productos del lugar y soy de poco comer, cuando se me llena el estomago ya no le presto mucha atención a la comida, por muy rica que pueda estar. Ahora, que el gazpacho ya es otra cosa. Si no tomé 5 vasos de gazpacho fué porque tomé 6 ó 7. Que cosa, chiquillo, y con la sed, el líquido que necesitaba mi cuerpo, el calor y demás, era algo divino. ¡Que todas las cocacolas, pepsies, fantas, vinos, cervezas y otras bebidas se quiten de en medio ante un buen vaso de gazpacho fresquito!
Y ahora, ¡pa’bajo!
Después del café llegó la hora de marchar. Mi bici allí me esperaba, hasta la próxima amigos, y ¡¡cuesta abajo a todo gas!! Qué sensación, esa de ir a más de 50 km por hora y casi sin darle a los pedales. Es cuando realmente experimenta la sensación de libertad que otorga una bici. De vez en cuando un llano en el que la velocidad bajaba considerablemente y alguna que otra cuesta arriba, pero vamos, comparado con la subida, esto de la bajada era glorioso. Eso sí, de vez en cuando paraba para echar un vistazo al GPS y comprobar el camino de vuelta, que luego coges una cuesta abajo equivocada y te puede dar un ataque si la tienes que subir otra vez!
Bollería industrial y zumo con conservantes
Pasé por el camping, recogí el saco, esterillo y otros trastos que había dejado escondidos debajo de una caravana para no tener que pasearlos durante el día. Intenté pagar pero el dueño me dijo que para la próxima vez sería, cuando pudiera dormir en un sitio adecuado y no en el camping de caravanas. Y aunque le aseguré que aunque no fuera el sitio adecuado había dormido en la gloria insistió, así que gracias por todo y hasta la próxima. Una pieza industrial de bollería con sus buenas dosis de grasas animales y un buen pseudo zumo de naranja a base de zumos concentrados, edulcorantes, conservantes, potenciadores del sabor y otras mandangas (desgraciadamente lo único que pude encontrar para comer y beber en un supermercado para el camino de vuelta).
Biatlón: Primero autobús y luego bici; eso es lo que quiero
Bici al bus, camino de vuelta para Granada, típicas retenciones de la leche en la carretera de la costa y finalmente aquí. Qué agradable sensación la de sacar la bici del autobús, ponerle las ruedas e irse pa’casa montado en vez de andando. Ojalá siempre pudiera ser así, pero en líneas del estilo Granada-Madrid seguro que me echan los perros si digo de llevarme la bici : (
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