Picos de Europa I (días 1 y 2)
26 de Mayo, 2008 16:30
Habíamos reservado el vuelo con tiempo, para que nos saliera bien de precio, y a las 16’00 volábamos camino de Asturias, sin saber que el aeropuerto de Asturias, también llamado aeropuerto de Oviedo, no está realmente en Oviedo ciudad, sino en la provincia, vamos, en Avilés, y todo el mundo nos decía, “si hombre, si estáis en Oviedo” aumentando cada vez más mi confusión. Vamos, ya sé que es un poco de incultura geográfica, pero para mí era como si alguien del norte me pregunta, estando en Motril “¿estoy en Granada?” y yo tan fresco le digo, “si buen hombre, sí, claro que sí, por supuestísimo”, sin aclararle que está en la provincia de Granada, no en Granada ciudad.
Anécdotas aparte, alquilamos un coche sin mayor dilación (previamente reservado) y nos fuimos del tirón para Cangas de Onís. Allí, con el hambre por montera, pasábamos por una charcutería y una señora que salía dejó la puerta entreabierta con lo que el olorcillo a chacinas inundó nuestros tabiques nasales y no tuvimos más remedio que entrar a preguntar si por casualidad hacían bocadillos. La tendera, muy buena mujer, nos dijo que no, que no los hacían, pero que si queríamos ella nos partía unas lonchitas de chorizo de la tierra, nos vendía un bollo de pan, nos lo abría por la mitad y nos daba todas las piezas por separado para que nosotros nos montáramos el bocadillo. ¡Qué buena gente hay en el norte y qué chorizo más rico tienen!
Paseado Cangas de Onís y rebajado el bocadillo, habiendo recorrido sus calles, cruzando su puente y visto un poco de todo, incluyendo la capilla de Santa Cruz, entramos en una sidrería que nos habían recomendado y nos tomamos una botella de sidra escanciada a mano junto con una buena ensalada, unos quesos del lugar, unas chacinas de la tierra y una tapa de chorizo a la sidra. De postre cogimos de nuevo el coche y nos fuimos directos a Covadonga, a un albergue rural con mucho encanto, Casa Asprón, en el que se respiraba gran tranquilidad y dormimos con… ….los ojos cerrados, por supuesto.
El desayuno al día siguiente fue sin duda uno de los mejores que nos han dado en todo el norte, una buena forma de empezar un día en el que íbamos a andar bastante. Empezamos subiendo a la Santa Cueva por un camino fluvial impresionante que pasaba por el propio albergue y que en 10 minutos te ponía en la cueva del tirón.
Al lado la basílica de Covadonga, en un enclave natural muy guapetón y con la sorpresa de que no había nadie. Bueno, si que había gente, pero muy poquita en comparación con las pesadillas que cuenta la gente que ha estado en verano y que dice que aquello es infernal, una total plaga de humanos. Visto lo visto y lo que veríamos en sucesivos días, probablemente elegimos uno de los mejores puentes para visitar esta zona tan perdida en el norte de España y tan turística a la vez.
Una vez nos aseguramos que Pelayo seguía durmiendo en su sitio y su estatua estaba tan fornida como de costumbre, espada en mano y desafiante a cualquier invasor que quisiera requeteconquistar las tierras reconquistadas, cogimos camino a los lagos de Covadonga y volvimos a quedar sorprendidos por lo tranquilos que estaban.
Hacer no hacía un día soleado como hubiera sido deseable para hacer las fotos más increíbles del lugar, pero al menos llover no llovía y las nubes se mantenían altas dejando ver increíbles vistas. Empezamos por el recorrido estándar y desde el Mirador de la Reina tiramos para Majada de Belbin, lugar en el que unas casitas de pastores adornaban la colina entre vacas que tranquilamente cortaban el césped y cuidaban de sus ternerillos, sin inmutarse a nuestro paso.
De allí volvimos al lugar de origen y visitamos las minas de Buferrera en las que no solo nos hicimos unas fotos a nosotros mismos sino que también retratamos a una de las salamandras adultas del lugar, en parte sin saber si eran o no salamandras (nos lo dijeron después).
Algo así como a las dos nos comimos unos filetes de ternera en uno de los restaurantes del lugar, pensando que sería una de las mejores terneras que comeríamos en el norte, pero no fue así, probablemente porque la ternera que comimos venía importada de motril, y claro, no es lo mismo. Pero tampoco nos quejamos mucho ;)
La segunda parte del recorrido que hicimos partía del lago Enol y acababa en el aparcamiento de XXX en el que habíamos dejado el coche, pero pasaba previamente por el XXX, el XXX, el lago Ercina y XXX. De nuevo tranquilidad a raudales en el camino exceptuando una pequeña parte del recorrido en el que adelantamos a un rebaño de bacherienses con sus pastores (profesores) asociados que hacían más ruido que 100 guisantes secos en una lata vacía de fabes.
Por último nos faltaba ver el mirador del Rey que nosotros nos empeñamos en asignar a la Reina (que estaba en otro sitio) y al estar dicho sitio relativamente lejos, nos acercamos en el coche hasta dónde nos dejaba llegar el camino y desde allí lo intentamos encontrar. Sin embargo, y para darle algo de emoción al asunto, nos costó lo suyo llegar por a), no estar correctamente indicado y b) no hacer un buen uso del GPS que no deja hacer un buen uso de él. Pero finalmente lo encontramos, no vimos al Rey porque ya no estaba allí, y volvimos al coche.
Bajando paramos de nuevo en Covadonga e hicimos unas cuantas fotillos del lugar esta vez en versión “soleada” aprovechando que el astro rey decidió asomarte un ratillo entre las nubes. Luego le intentamos explicar a un can que no se deben uno acostar en la carretera, por mucha sombra que tenga, y no por nada, sino porque lo pueden a uno pillar y una vez que decidió cambiar de sitio y descansar en el centro de una rotonda, seguimos nuestro camino, tortuoso, hacia la Posada del Valdeón. (Ni qué decir tiene que por muy tortuosos que sean los caminos astures, su preciosidad está garantizada ;).
En Posada de Valdeón dejamos las maletas en el Hotel, que aunque no estaba mal no tenía la misma magia que el alojamiento del día anterior; nos duchamos y nos dimos una vuelta por el pueblo que al ser, probablemente, mucho menos turístico que el resto de sitios en los que habíamos estado, presentaba un aspecto menos cuidado de cara a los “visitantes” pero que no dejaba de ser, a su manera, interesante.
Continuará…
Eso, porque si no a ver dónde contamos lo bien que nos lo hemos pasado haciendo la Ruta del Cares, que hemos visto el pueblo de Bulnes, (si, el del Naranjo ;), que nos hemos pegado una pechá de andar del 15 (muy disfrutada) y que hemos acabado durmiendo en el Parador de Fuente De en una bonita habitación con unas vistas a la montaña impresionantes…
Les habló un tiíllo que estuvo en el norte! :)
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