Y hablando de dremel, cortar metales es toda una experiencia; te pones las gafas de protección, coges tu tornillo, clavo, cadena o elemento metálico a cortar y ale, te pones manos a la obra, a la vez que miles de pequeños trocitos del metal que estás cortando saltan por doquier y te empiezan a caer en las manos, brazos, piernas, cara… y una vez allí, se oxidan de manera casi instantánea al contacto del sudor de la piel. ¿problema? Ninguno, creo, pero al rato tienes la sensación de que todo te huele hierro oxidado, o “yerro enrobinao” como dirían otros.

Les habló un tiíllo acordándose del hombre de hojalata ;)

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La dremel es un conocido accesorio de bricolaje, parecido a un taladro pequeñito pero que gira mucho más rápido y que sirve para todo, si para todo, y de hecho lleva de serie 10.000 complementos para limar, lijar, fresar, limpiar, abrillantar, … y aparte le puedes comprar otros 10.000 complementos para hacer más cosas. En fin, para todo.

Pero en la práctica, al menos en mi caso, solo me sirve para 1 cosa; cortar. Y es que si tengo que hacer cualquier cosa que implique un corte en un material duro como plástico o metal (nunca madera) siempre me acuerdo de mi Dremel, le monto el disco de corte y ale, a cortar se ha dicho.

Les habló un tiíllo Dremel en mano ;)

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Es la primera vez que me veo una arruga; vaya, supongo que es buena señal seguir teniendo tanta agudeza visual! ;)

Les habló un tiíllo 1 año más viejo!

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